Textos

Desde hace varios días, entre lectura y lectura de Montaigne para combatir la astenia primaveral, Nicole anda intrigada: En su galería le han comunicado que una pareja de personas mayores ha comprado su cabeza de "Inmanuel Kant", y anda preguntándose quiénes han podido ser. Quiénes son, cómo, qué piensan. Pues no es fácil que hoy en Madrid alguien se pueda interesar por una gran cabeza de un filósofo como Kant, y encima haya pagado dinero por llevárselo. Es algo extraordinario, y así lo entiendo yo mientras la escucho hablar de ello, intrigada y a la vez encantada: de su serie de grandes retratos de filósofos -Descartes, Russell, Sócrates y alguno más-, Nicole sólo había vendido hasta la fecha un Wittgenstein y se mantenía escéptica sobre la posibilidad de que alguien más se interesase por la filosofía -pues si alguien compra el retrato de un filósofo es porque se interesa por la filosofía- en este Madrid en el que el Gobierno se dispone a imponer el esquema 3 + 2 en la universidad (parece una estrategia de fútbol y quizá lo sea), que consagrará la enseñanza de Lo Útil y empresarialmente rentable, y marginará la enseñanza de Lo Inútil, como la filosofía, que como es notorio es cualquier cosa menos rentable.

Nicole es Nicole Muchnik, pensadora, pintora, periodista (hoy más bien polemista con sus artículos) y alma, junto con su marido el escritor, editor y fotógrafo Mario Muchnik, de uno de los salones más interesantes de Madrid, al que tengo el privilegio de ser invitado desde hace años. Uno de esos salones como ya no hacen. Allí se puede uno encontrar a Oliver Sacks, a Régis Debray, a Kénizé Mourad, a Carmen Iglesias o a la pintora en seda Lola Fonseca, entre una muy larga lista de invitados de una pequeña ONU y, lo que es todavía más de agradecer, escuchar conversaciones inteligentes formuladas siempre (o casi siempre) en un ambiente de tolerancia y civilización alrededor de una mesa servida sin excepciones con  gusto y originalidad. Y eso no es fácil.

En una de esas cenas, hace ya alguna década y hasta dos, Nicole se acercó a mí, era ya tarde, y me dijo que me quería mostrar algo. Y sorteando a otros grupos de invitados -ese día era una cena numerosa- me llevó hasta la parte de atrás de su enorme piso en el norte  de Madrid y me mostró un gran cuadro que me dejó casi mudo.

  • ¿Lo has pintado tú?
  • Sí, me dijo con timidez.
  • ¡Pero si es mi ladrón!, le dije, y ella, generosa, me lo cedió días después para la edición española de mi libro Ladrón de árboles que se disponía a publicar Ediciones El Bronce (ver portada en "Obra")... y ahora para la pared de mi comedor. Tengo entendido que era uno de sus primeros cuadros, después de una vida reservando su talento de pintora para más adelante.

Desde entonces, igual que a ella le intriga quién ha podido comprar su Kant, a mí me intriga por qué ella no tiene más éxito como pintora. Lo tiene pero por qué no es más. Tiene varios registros, como se puede apreciar un poco en la galería que publico, y puede recordar a otros -a mí me recuerda a Munch, a Schiele, a la escultora Esperanza d'Ors, también amiga mía- pero toda su obra se puede reconocer desde lejos como suya, y sin lugar a confusión. ¿Y no es eso lo que define el arte?

Lo que sucede tal vez es que su pintura es demasiado intensa, lúcida, inteligente. Humana.


Pedro Sorela

Cuando el libre pensamiento es humanamente rico y pacta con el talento artístico, brota un torrente de sensibilidad que configura otras realidades emergentes de la aptitud creadora del artista. Así es Nicole Muchnik, una excelente artista con una gran condición de observadora de las inquietudes del hombre, de su naturaleza intrínsecamente social, de sus emociones más recónditas. Un ejemplo de artista que se reafirma en sus cuadros con unas cualidades declarantes de las pequeñas o grandes paradojas del hombre contemporáneo. En su obra nos muestra esos individuos que se alojan en espacios imaginarios atrapados por la realidad. Y nos lo muestra unas veces sutilmente, casi con timidez, otras veces con rotundidad y elocuencia invitando al espectador a especular entre el significante y el significado de cada figura en su entorno.

Nicole Muchnik dibuja, pinta, perfila y proyecta con gran maestría los rostros de sus personajes en cuerpo y alma. Las figuras parecen estar habitando otras dimensiones, situándose a veces entre la reflexión y la acción, en actitudes encontradas. Toda la obra de la artista presenta una profunda y sabia irrupción en el lugar ocupado por los hombres. Hombres incuestionablemente impactados por sus circunstancias, hombres en soledad, personalidades bipolares, hombres de juicio figuradamente impactados por sus adversidades. Y es ahí, en el instante de manifestarse cuando Nicole Muchnik toma el relevo para inmortalizarlos en sus cuadros, proveyéndoles de imagen con la más auténtica expresión plástica.

La exposición: Indicios

Indicios es una composición 14 obras nunca expuestas anteriormente en las que destaca un tono más optimista que en las anteriores exposiciones individuales realizadas en España por la artista, periodista y escritora en lengua francesa Nicole Muchnik.

La poesía y la actualidad política son dos fuertes vínculos de esta gran artista que plasma de un modo sutil el carácter de sus figuras: unas, estáticas y en silencio perpetuo, como el hombre en Perplexidad. Otras, en movimiento entusiasta como la inspirada en François Villón: Si yo hubiera estudiado en el tiempo de mi loca juventud”. Hay ironía en este título que según palabras de la artista, “representa el corredor político”. También hay realidad en las figuras de los dos golfistas, hombres sobre un fondo verde parecido a un green auténtico en la obra La vida real.

Indicios armoniza entre el color sinuoso y la ausencia de color, entre el dibujo trazado con maestría directamente sobre la tela cruda y la pintura superpuesta en capas de Reemay: un plástico “nonwowens” muy resistente, que entremezclado con el lienzo, simula una capa de protección que introduce a sus personajes en un plano metafísico, a caballo entre la ausencia y la presencia dominante como podemos ver en la pareja Desdoblamientos.

Esta muestra presenta grandes contrastes temáticos que interactúan componiendo una potente mezcla entre la dimensión de la materia y la grandeza del espíritu, entre la aparente desolación y la explosión de alegría. Así, nos impactan tres dibujos de rostros aparentemente grotescos que tienen la expresión más ensalzada del hombre: la carcajada. En contraposición advertimos la mirada y la actitud pensante y circunstancial de los hombres que aparecen en el cuadro de temática más existencialista de la exposición, cuyo título está inspirado en una cita de Jean Paul Sartre: “un hombre hecho de todos los hombres, que los vale a todos, y a quien cualquiera vale”.

Esta es la primera vez que la autora expone rostros de mujeres angelicales, sorprendentemente realizados en óleo sobre papel croquis translúcido. Son seres con rostro femenino, atemporales, que viven en el silencio con una expresión de ensoñación en su gesto, es la vida soñada de los angeles.

En esta exposición, comisariada por la galerista Concha Hermano se exhiben en la Tess Gallery, una colección de obras realizadas aparentemente con escasos recursos plásticos pero dotadas de una fuerte expresión artística, calculadamente etérea pero con grandes matices efectivos que realzan el carácter anímico y psicológico de las enigmáticas pinturas de Nicole Muchnik.

Concha Hermano

IMAGEN E IDEA

"Paisajes puros sueñan en mi memoria"

O.W. de L. Milosz

Una nueva muestra del trabajo de Nicole Muchnik, la segun­da exposición individual que hace en Madrid, viene a confirmar­nos la calidad de una artista muy singular, dotada de una espe­cífica concepción del mundo y de una historia propia que contar­nos, que ya nos sorprendió en su primera aparición. Algo no demasiado habitual en el panorama artístico al que estamos acostumbrados.

De los dibujos y pinturas casi monocromáticos sobre telas plásticas industriales, que solían prescindir del marco y del bas­tidor, dejando a la vista parte del soporte, ha pasado ahora a composiciones en las que se permite la entrada en su universo del color, de una variada gama de pigmentos que conviven con el grafito. Usando ese nuevo soporte, la madera, que parece sostener, más que un cuadro, a los propios personajes.

No son personajes naturalistas, tienen una sutileza fantasma­górica, pero, al mismo tiempo, son capaces de transmitir emo­ciones fuertes que nos otorgan una enorme sensación de reali­dad. Participan de la fuerza emotiva del dibujo y destilan una suerte de tensiones físicas que las sustraen del imaginario para ponerlas frente a nosotros como seres extrañamente vivos.

En esta nueva exposición Nicole Muchnik ha explorado las ili­mitadas posibilidades de la madera, que resulta un soporte muy adecuado para este momento tan interesante de su pintura. La textura de la madera, a veces desnuda en los límites, permite que sus imágenes floten en ella y hasta intenten abandonar el cuadro por esa salida imprevisible que se abre en el fondo al descubierto. Esos personajes que parecen estar a punto de caer al vacío, a un abismo que acecha en los bordes, se sostienen en el aire, y otras veces están posados a la espera de algo que ignoramos y que seguramente encarna un enigma, también para ellos.